Del viñedo a tu copa: El recorrido del vino
Los Diferentes Tipos de Uvas y Cómo Afectan el Sabor del Vino

El viaje del vino comienza en el viñedo, donde el cuidado de la vid es crucial para garantizar la calidad final. Durante todo el año, se realizan tareas como la poda, la protección contra plagas y la gestión del riego. Sin embargo, el momento más esperado es la vendimia, cuando las uvas alcanzan su punto óptimo de maduración. Este proceso puede realizarse manualmente, para un mayor control de calidad, o de forma mecánica en producciones más grandes. En este punto, cada racimo seleccionado lleva consigo el sabor único del terruño.

Una vez recolectadas, las uvas se trasladan rápidamente a la bodega para preservar su frescura. Aquí comienza la transformación. Las uvas se despalillan y prensan para separar el mosto de la piel y las semillas. En el caso de los vinos tintos, la piel se mantiene durante la fermentación para extraer color y taninos. Este proceso, realizado en depósitos de acero inoxidable o de madera, permite que las levaduras conviertan los azúcares del mosto en alcohol, desarrollando así los primeros aromas y sabores característicos.

Tras la fermentación, el vino pasa a la etapa de crianza, que puede realizarse en barricas de roble o en depósitos dependiendo del estilo deseado. Durante este tiempo, el vino madura, adquiere complejidad y refina su carácter. Algunas bodegas optan por combinar barricas nuevas y usadas para equilibrar los matices de la madera. El tiempo de crianza varía desde unos meses hasta varios años, según el tipo de vino que se busca producir.

Finalmente, el vino es embotellado y preparado para su distribución. Antes de llegar a tu copa, ha pasado por rigurosos controles de calidad para garantizar que cada botella sea una representación fiel del esfuerzo y la pasión de quienes trabajan en la bodega. Así, con cada sorbo, no solo degustas un producto, sino el reflejo de la naturaleza, la tradición y la innovación en perfecta armonía.