Introducción
La región de Rioja Oriental cuenta con un clima marcado por contrastes: veranos muy cálidos y secos, inviernos fríos y largos, y grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche. Estas condiciones no solo determinan el trabajo en el viñedo, sino que también dan lugar a vinos con una identidad clara y diferenciada.
Veranos cálidos y secos: concentración y madurez
Las altas temperaturas estivales permiten que la uva alcance una maduración completa, desarrollando azúcares y aromas frutales intensos. El resultado son vinos con cuerpo, potencia y una gran concentración de sabor. Además, la escasez de lluvias en verano minimiza el riesgo de plagas y enfermedades.
Inviernos fríos: descanso para la vid
El frío invernal favorece el ciclo natural de la vid, que entra en reposo y se prepara para el nuevo ciclo vegetativo. Este descanso es esencial para mantener la longevidad de las cepas y equilibrar su producción en el tiempo.
Amplitud térmica: frescura y equilibrio
Uno de los factores más determinantes es la diferencia de temperatura entre el día y la noche durante la maduración de la uva. Este contraste ayuda a conservar la acidez natural del fruto, dando lugar a vinos más frescos, equilibrados y con una mayor capacidad de guarda.
Suelo y viento: aliados del viñedo
El clima se complementa con suelos pedregosos y arcillo-calcáreos que retienen el agua justa y obligan a la vid a profundizar sus raíces. Además, los vientos habituales contribuyen a mantener la sanidad del viñedo, favoreciendo un cultivo sostenible y de calidad.
Conclusión
El clima continental de Rioja Oriental es uno de los pilares que definen la singularidad de los vinos de Bodegas Ochagavía. Sus contrastes generan vinos intensos, frescos y con una personalidad marcada, reflejo del equilibrio entre naturaleza y tradición.
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